Serrat en TVE
Los más viejos del lugar recordarán la primera aparición de Serrat en Televisión Española en un espacio titulado Así es, así compone, así canta Joan Manuel Serrat. José Luis Uribarri ejercía de peculiar presentador del artista que se había metido en la boca del lobo al aceptar la designación como representante español del Festival de Eurovisión.
Serrat comenzó su recital con la deslumbrante «Cançó de matinada» que había logrado alzarse a lo más alto de las listas de éxitos. Corría el año 1968, el mayo francés estaba a la vuelta de la esquina y un jovencísimo Serrat cantaba -cosa rara en él- en playback con su guitarra juglaresca al hombro y una bufanda al cuello para hacer frente al riguroso invierno de la gran ciudad. De la bufanda se desprendería enseguida para comenzar su repertorio frente a una audiencia expectante con el ídolo en ciernes. Nadie podía imaginar que en breve estallaría una bomba en los medios de comunicación en forma de «el La, La, La que lo cante otro u otra» y esa otra sería Massiel que rubricaría un triunfo cantado que abriría la veda del escarnio público para Serrat que con su talento burlaría los efectos de la cruzada que empezaría a sufrir por parte de los recalcitrantes y de los obtusos. Su primera respuesta cargada de contundencia sería el elepé dedicado a Antonio Machado.
En aquel recital Serrat, un muchacho de apenas veinticinco años, cantó mucho en catalán ya que su obra en castellano era todavía incipiente. Sonó, por ejemplo, esa zambra de gran hondura emocional titulada «M’ en vaig a peu». El camino es cuesta arriba y me voy a pie, proclama universal del artista itinerante que había decidido buscar su lugar en el mundo. Serrat sabía que era empinada la cuesta que había de atravesar (the long and winding road…) Lo intuye y lo canta. Poética del camino y de la vida con mucho de copla mecida en los labios.
Esa misma canción volvió a sonar casi cincuenta años después en el especial que Serrat ha grabado para TVE. Ya no está el eurovisivo Uribarri que le presentaba en 1968 como un chico de buenos modales y sin melenas que muy pronto -cuestión de tiempo- poblarían su cabeza y las portadas de sus discos míticos como aquel inmaculado Mediterráneo. Entonces no había Twitter ni Facebook que dejara al desnudo cierta estulticia que forma parte de algunos mortales que no saben lo que dicen ni lo que hacen. Que a estas alturas de la película haya gente que zarandee a Serrat por cantar en catalán deja a las claras en qué clase de país vivimos. Joyas como «M’ en vaig a peu» o «Paraules d’ amor» -compartidas con Estopa y con Pablo Alborán- sufrieron los vituperios inquisidores de los de siempre, canciones que se escuchaban en la tele franquista en el lejano 1968. Y es que poco o nada nos enseña la historia.
Claro que los mismos que se rasgan las vestiduras por esto exigen de Serrat una toma de posición en la cuestión catalanista y si Serrat no dice lo que quieren también lo acribillan. Y el cantautor dejó muy claro -una vez más- su forma de pensar en un momento del especial televisivo:
«Vine a este mundo sin proponérmelo, en Barcelona. Me crié en el Poble Sec, un barrio popular a la sombra de Montjuich junto al puerto. Mi padre catalán, mi madre aragonesa. Soy lo que en Cataluña llaman un charnego, un mestizo que de manera natural se educó en la comprensión de la diversidad y en la tolerancia de lo distinto».
La tolerancia de lo distinto. He aquí la clave. Y esto de la tolerancia de lo distinto vale para los puristas de la patria española y para los otros, los puristas de la patria catalana que también insultan porque lamentablemente los malos modos habitan en todas partes. Lo deseable sería el respeto, la comprensión y el diálogo para acercarnos y no para alejarnos. En eso todos debemos estar de acuerdo. Los que cambian de canal porque Serrat canta en catalán y los que cierta Diada abuchearon a Serrat por cantar la «Cançó de bressol» con su nana aragonesa en castellano de rocío matutino y tarde de mosquitos. Aquellos eran pocos -sí- pero ruidosos y son parte de esa intolerancia que también asoma en el otro extremo de la tristísima contienda.
Todavía hay quien no entiende la suma de culturas que edifica la obra de Serrat y que esa suma es lo que le ha otorgado una infinita riqueza a su vida y a su cancionero. Serrat el charnego, el mestizo, cantó y compartió algunos de sus grandes éxitos en TVE y trazó un espectáculo medido en el que no faltó el humor. No hubo ni una sola canción posterior a 1983. Una verdadera lástima porque su cancionero posterior a los muchos años dorados merece también toda la atención que no se le ha dispensado y que él mismo no le dispensa. Disfrutamos, en cualquier caso, de una grandísima noche serratiana y de un directo sin concesiones en el que se lucieron musicalmente Miralles, Kitflus y toda la banda con Merlo, Climent y el siempre expresivo David Palau.
Ante esta evidencia, ante esta celebración de Serrat, debe importar muy poco que algunos arrojaran su bilis contra el televisor. Son los de siempre. Allá ellos y su terrible ignorancia que les impide amar lo diverso, comprenderlo y sentirlo como algo cercano y próximo. Como en un país normal debiera sentirse a Joan Manuel Serrat que no es todo lo catalán que algunos catalanes quieren ni todo lo español que algunos españolitos -ay- desearan.
Post muy atinado. ¿Cuál sería el motivo por el que Serrat minusvalora la obra de sus últimos 30 años? ¿Observaste cambios significativos en los textos de las canciones, aparte del diferente final de Algo Personal? ¿No te pareció el diálogo del doble, que no la idea del personaje ni su exhibición de bailes de discoteca, y en general el guión de enlace y el personaje de Sabina, bastante desajustados? Un cordial saludo.
Hola Maties, gracias por tu comentario. Yo me refería a discos como Nadie es perfecto, Material sensible, Sombras de la China, Mô o Hijo de la luz y de la sombra. Son trabajos que reivindico y con algunas canciones imponentes. En cuanto al juego de Tarrés o a las giras con Sabina son juegos que obviamente no son de lo rescatable de estos últimos treinta años. Un abrazo.
Comparto cada una de sus palabras, amigo Luis -amigo, aunque no lo conozco personalmente, pero sí por sus precisos comentarios sobre Serrat-. Yo pienso, y creo que no es exageración, que algo importante se pierde en la vida aquel ser humano que no entienda a Serrat, su espíritu, su obra, su índole de puente entre dos culturas (española y catalana) y entre los pueblos en general.Toda su obra es tan rica que se agranda con el paso del tiempo. Además, es verdad que ni él mismo pone en su verdadero lugar las canciones que ha hecho después de la llamada «época de oro serratiana» (aunque por declaraciones que le he escuchado, creo que algunas rescatará en sus conciertos futuros), El disco «Mo» me parece excepcional e «Hijo de la luz y de la sombra», dignísimo, teniendo en cuenta su genial antecedente. E incluso la canción «Dolent de mena» escrita en catalán y, según mi criterio, la mejor canción del disco compartido «La orquesta del Titanic», es autoría total, no tengo dudas, de Serrat. Sólo él puede, de un hecho nímio como matar un insecto, abrir un abanico de sugerencias a temas más relevantes como la condición humana. Todo ello me asegura que su creatividad sigue fresca y deseo que por mucho, mucho tiempo. Un abrazo.
Celebro coincidir María. Das en la diana en tu comentario al reivindicar discos como Mô o Hijo de la luz y de la sombra. Muy atinado tu comentario sobre «Dolent de mena», cien por cien Serrat. Un abrazo y gracias por tus cálidas palabras.