Periodismo y Periodistas

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Al volver sobre ese himno al periodismo de investigación que es la película Todos los hombres del presidente – ilustrativa mirada al caso Watergate- pienso también en ese otro periodismo que nos invade, sintomático de los tiempos que nos toca transitar a todos, tiempos de precariedad, de supervivencia, de degradación cultural.

Todo el mundo no puede ser Bernstein o Woodward, entregados al oficio hasta sus últimas consecuencias, defensores de una verdad que terminó desmontando la turbiedad política de Richard Nixon y su círculo de influencias, de aniquilación de toda oposición o disidencia. Pero al menos Bernstein y Woodward podrían ser modelos a la hora de entender el ejercicio de una profesión sumamente devaluada por quienes pregonándose periodistas no cesan de navegar en los barrizales de la crónica rosa o de un periodismo deportivo que roza lo directamente infame con tertulias en las que se grita mucho y en la que el espectáculo ahoga cualquier tentativa de rigor informativo. Hasta en lo aparentemente menos importante hay que manejarse con un mínimo de moral sin que la audiencia deba ser la única que maneje los hilos, por mucho que así lo quieran quienes están al mando del tinglado.

Se trataba de salvar la libertad de prensa, la democracia, el futuro de un país. Se nos dice en un momento de la película estrenada en 1976 y fotografiada por el gran Gordon Willis. Woodward y Bernstein tenían lo más importante: vocación, hambre de conocimiento, de oficio, de periodismo. Y ese hambre les llevó a desmontar la nefasta política del Partido Republicano con la búsqueda de la verdad que sólo tiene un camino. En estos días grises de esta España enconada regresar a películas como Todos los hombres del presidente nos devuelve a un concepto de defensa de la libertad de prensa que resulta aleccionador incluso para aquellos que desde una óptica pretendidamente revolucionaria quieren controlar los medios, acapararlos, al modo de dictaduras encubiertas. Y algunos dirán que ya vivimos en una dictadura encubierta ignorando que todo puede ir a peor, indudablemente a peor.

todos-los-hombres-del-presidenteHay tantas formas de periodismo como periodistas. Hay periodistas titulados que se creen que esa titulación ya les faculta para nadar en aguas de miseria y podredumbre moral. Llueve sobre mojado en la impunidad de quienes sólo programan una indigna televisión de bustos parlantes que mezclan a la Pantoja con el pequeño Nicolás y del pequeño Nicolás viajan al entierro-show de la Duquesa de Alba, ascensión a los cielos en prime time.

Me quedo con la imagen luminosa de dos tipos éticos a los que Alan J. Pakula y el guionista William Goldman rinden justo homenaje en Todos los hombres del presidente. Esos tipos se llamaban Woodward y Bernstein y en el cine fueron Robert Redford y Dustin Hoffman, dos actores carismáticos, comprometidos, parte de una América llena de riqueza ideológica que no es la que suelen dibujar los demagogos. Ese es -el de Bernstein y Woodward- el periodismo que amo, los modelos de periodismo, los que deben fomentarse y divulgarse entre los más jóvenes. Lo demás forma parte de un territorio empantanado del que todos – de un modo u otro- somos cómplices al jalearlo incluso con nuestro silencio.