Guy Béart en mi memoria

hqdefault

Con la muerte de Guy Béart hay un fragmento de canción francesa que se pierde. Escucho  mientras escribo estas líneas «L’ eau vive», uno de sus éxitos. No tenía Beart una voz memorable. Pero en sus canciones la emoción se deslizaba suavemente, con primorosa sencillez. «L’ eau vive» es un buen ejemplo de ello.

En los albores de su carrera Joan Manuel Serrat cantaba una hermosa canción titulada «Les sabates» que en realidad era una brillante adaptación de Delfi Abella de «Les souliers» de Béart. Guitarra y voz para eternizar lo cotidiano, para nombrar esos zapatos perdidos en medio de la noche que llevaban incorporados su moraleja, su fábula íntima. Saber mirar, saber rescatar de los objetos su esencia poética. Ese era el secreto de «Les sabates» con su paisaje de nieve.

Guy Béart se reveló como tantos otros en el escenario de Les Trois Baudets que creara Jacques Canetti. Allí comenzó todo. Lo hemos de imaginar con su guitarra al hombro por la parisina rue de la Gaîté en dirección al Bobino. En 1965 Robert Beauvais le dedicó el número 131 de la mítica colección Poetes d’ aujourd’ huí que editaba Pierre Seghers. La chanson alcanzaba mediante esta serie de libros de bolsillo una dimensión lírica. Beauvais se refería a la concentración de ideas, de sentimientos, de historias del cancionero de Guy Béart.

Con el tiempo Guy Béart se convirtió en un creador exigente, riguroso consigo mismo. Se cuenta que «Qui suis-je» tardó una década en componerla. Otras canciones vinieron solas, como fogonazos de inspiración. Para Juliette Gréco compuso la bellísima y nostálgica «Il n’y a plus d’ après» que nos conduce al corazón de Saint- Germain des- Prés.

Hoy me acordé de Guy Béart, rescaté videos del túnel del tiempo, me vestí de chanson melancólica. Y pensé también en Emmanuelle Béart, su hija, esplendorosa modelo entre pinceles en La bella mentirosa de Rivette. «Cinéma, cinéma/ oú set celle que tu aimas/ cinéma, cinéma/ ombre que l’ amour anima…» cantaba Béart sin imaginar que su hija sería parte de la historia del cine francés.

Hay muertes que nos conciernen un poco a nosotros porque se llevan consigo un tiempo que también hemos sentido nuestro, aunque hoy en esta España sorda se escuche poca canción francesa y hay quien prefiera el reggaeton como animal de compañía. Pero yo soy esa canción francesa que me trae el viento y la lluvia de septiembre, soy ese París andado y soñado y ese poema que se canta mientras la luna se mira en el Sena.

Descanse en paz, Guy Béart: «Dans la neige y’avait deux souliers, deux souliers/ dans la neige qu’étaient oubliés/passe un homme qui marche à grands pas, à grands pas/ passe un homme qui ne les voit pas…». 

 

2 Comments

  1. Juana del Pilar Pérez Aguilar el 17 septiembre, 2015 a las 18:12

    Disfruto y aprendo siempre con tus artículos. Enhorabuena.



    • Luis Garcia Gil el 18 septiembre, 2015 a las 21:49

      Gracias Juana. Un placer encontrar lectores sensibles en este camino de la escritura. Un saludo.