Presentación de Aute, lienzo de canciones en Barcelona
Presentación de Aute, lienzo de canciones en la librería Jaimes de Barcelona. Las fotos, como casi siempre, son de Fernando Fernández. No hay puesta de largo de un libro mío que no haya contado con su mirada sapiente de fotógrafo, medio siglo de mirada sapiente, los mismos que lleva Aute dibujando melodías en el pentagrama del tiempo.
Con Aute, lienzo de canciones culmino un ciclo de libros dedicados a la canción que inicié hace más de diez años con Serrat, canción a canción. Escribir sobre la inmensa obra de Aute y sentir su complicidad y cercanía me ha colmado de alegría. Es otro sueño que pude poner por escrito.
En Barcelona no faltó Javier de Castro como editor de Milenio y amigo, ni Joan Isaac como certero prologuista de la obra y amigo. Es mi cuarto libro con la editorial Milenio tras Serrat, cantares y huellas, Jacques Brel, una canción desesperada y Joan Isaac, bandera negra el cor. Tres libros sumamente especiales que también presenté en Barcelona con la mejor de las compañías.
Fue hermoso hacer conciliar mi libro dedicado a Joan Isaac con el que he dedicado a Aute. Son dos formas de habitar una forma de canción que me pertenece y nos pertenece. Contar la canción, desentrañar sus secretos, viajar en el tiempo hacia el primer destello del artista que halló en la canción su primoroso estandarte. De eso se trataba, de mirarse en el espejo de nuestros cantantes populares, de quienes han hecho de la canción un arte mayor que nos ha hecho indudablemente mejores.
Aute ocupa un espacio privilegiado entre quienes cantan y sueñan con canciones. Desde aquel Aleluya -empapado de surrealismo- hasta la sabiduría y melancolía que anega el cedé El niño que miraba el mar. Entre medías muchas historias, algunas dudas, espadas como labios, cuerpos memorables, deseos estallantes en templos de carne e himnos imperecederos como «Al alba», «De alguna manera» o «Las cuatro y diez». ¿Canta Aute o cantamos nosotros?
En Aute, lienzo de canciones hay muchos Autes, el de Templo o el de Rito o Espuma, el de Cuerpo a cuerpo o el de Alma o Alevosía. Y también el pintor, el poeta de la matemática del espejo o el hombre de cine que filma sueños animados. La obra de Aute genera sentimientos inquebrantables, cincuenta años y unas horas de sentimientos inquebrantables.
Por eso mismo los artistas se acercan con tanta devoción a su repertorio. En la presentación de mi libro el cantautor italiano Alessio Arena hizo una sutil recreación de «Latido a latido» mientras la cantautora colombiana Marta Gómez bordó «El niño que miraba al mar» y «Giraluna». A la manera de un tríptico se expuso la brillantez de las creaciones del último Aute al que injustamente eclipsa el canónico Aute de los grandes clásicos. Fue un hermoso modo de cantarle a Aute, de ofrecerle un pequeño homenaje musical el día después de su apoteósico recital en el Palau de la Música donde comparecieron como invitados de excepción Miguel Poveda y Estopa.
Hubo en la presentación de mi libro generosa firma de ejemplares por parte de Aute -ser humano extraordinario- y reencuentro con amigos queridos de la Barcelona que amo. No hubo mejor modo de presentar Aute, lienzo de canciones.
Luego me cobijé en el placer de la conversación, en un brindis de agradecimiento con quienes forman parte sensible, atenta, amistosa, de este camino que emprendí de anotar cada cantar y cada huella. Y en el tren de regreso a Cádiz pensé que Barcelona es también mi ciudad, porque todos somos parte de aquellos lugares en donde se amó la vida. Y en Barcelona llevo varios años disfrutando de algunos de esos momentos de felicidad que hacen que la vida valga la pena.
Enhorabuena Luis por haber podido realizar otro sueño a través de la escritura, tal y como dices en tu comentario, y porque creo que no hay mejor manera de sentirse feliz de que a uno le llene de alegría lo que hace.
Muchas gracias Ana. Gracias por dejar tu comentario. Un beso.