Llanto por París
La primavera pasada paseaba por París. Por la place de la Contrescarpe, entre la multitud, yo era feliz, sintiéndome parte del latido de una ciudad amada que he sentido también a través del cine de Truffaut, de las canciones de Jacques Brel, de la literatura de Cortázar, Modiano o Vila Matas.
París no se acaba nunca ni se acabará pese a los asesinos despiadados y ciegos que son capaces de fulminar las expectativas de un viernes por la noche en la ciudad de la luz y de las luces, de la fraternidad, de la igualdad, de la libertad.
Morimos un poco cada anochecer. Sabemos lo que entrañan las despedidas, los poemas en los que dejamos un poco nuestro cansancio y desaliento y también nuestra alegría. De pronto una noticia asalta nuestro entendimiento y como ocurre tantas veces no comprendemos nada. El tipo que se inmola, que ametralla la razón, que en el nombre de Alá desata su furia, no tiene justificación alguna ni puede tenerla. Algunos hablan de una guerra armada, algunos se remontan a la infame Guerra de Irak y dicen que este asunto no puede simplificarse pero ellos también lo simplifican. Ojo por ojo, diente por diente y el mundo instalado en la barbarie y un bulevar llamado Voltaire como metáfora de muchas cosas. Los sueños de la razón producen monstruos. Y también los produce la religión de los púlpitos horadados, del fundamentalismo, de la rabia.
Me acordé entristecido de mi primavera parisina, de mi concierto de Serrat en el Olympia, de mi paseo por el Sena, de ese París que amo de forma y manera incondicional. Y sentí miedo del mundo que le aguarda a mi hija, de la ceguera, del fanatismo, de la injusticia, de todas esas muertes que llaman a nuestra puerta, que nos paralizan, que nos hacen llorar cuando nadie nos ve. En mi ciudad brilla el sol pero hoy sólo pienso en París.
Y yo, quizás porque ya conozco y saboreo la inmensa felicidad de su existencia ,siento miedo del mundo que le aguarda a mis nietos, de todo lo que tú dices y más. También ayer en mi ciudad brillaba el sol pero hoy también sólo pienso en París.
Esta noche iré a bailar pero me sentiré culpable, culpable de tener la posibilidad de disfrutar de esa (posible) agradable noche que ya tantos parisinos no tendrán y de esos otros que no la olvidarán .
Esta noche los tangos que baile y también los que no, me parecerán los más tristes y recordaré las imágenes que nos han ido enseñando y sentiré una gran pena, tristeza, desolación e incredulidad.
Incredulidad como la que sentía anoche mientras colgaba en el face unas fotos con el comentario: » Y salí a un Paraíso», ( después de pasar todo un feliz día fuera de casa, en un lugar maravilloso) y volver a casa y encontrarme con el INFIERNO en París.
Muy hermoso Ana, gracias por dejar tu comentario teñido de sentimiento. Un beso.