Sondra Locke in memoriam
AL ENTERARME DE LA MUERTE DE LA ACTRIZ SONDRA LOCKE me acordé de su extraordinaria interpretación de la prostituta Gus Mally en Ruta suicida (The gauntlet, 1977) una obra vertiginosa y magistral de Clint Eastwood que fue menospreciada por la crítica como la mayor parte de su apasionante filmografía de los años setenta. A su manera Ruta suicida tenía algo de western como otros policiacos de Eastwood. Asumía además la estética del fracaso, de esa literatura de los perdedores que también estaba implícita en ese western de desarraigados y desheredados que es El fuera de la ley, la primera película de Clint Eastwood en la que aparece Sondra Locke. Y en Un botín de 500.000 dólares, otra obra singularísima, ópera prima de Michael Cimino, caminaba también por la senda del fracaso como la troupe circense de Bronco Billy, otro ejemplo loable de la química de Clint y de Sondra en la gran pantalla antes de la debacle sentimental, de los trastos a la cabeza, del desgarro que deja el amor cuando se acaba y llega la tempestad a sacudir lo que antes era idílica vida en pareja.
Antes de encontrarse con Eastwood Sondra Locke estuvo en una película titulada El corazón es un cazador solitario que adaptaba el original de Carson McCullers. Corría el año revolucionario de 1968 y la actriz natural de Shelbyville en Tennessee fue nominada al Oscar como mejor actriz secundaria. En ese papel se revela como actriz dotada y sensible cuya posterior peripecia fílmica no estaría a la altura de lo que su talento hubiera seguramente merecido.
Su primer encuentro con Eastwood fue en el casting de la muy osada Breezy (acá Primavera en otoño) en la que optó al papel de la muchacha hippie que se enamora del hombre maduro y divorciado al que daba vida William Holden. Eastwood filmó una historia de amor atípica, de dos personas que se encuentran pero a los que les distancia la edad y la mentalidad. Kay Lenz le ganó el papel a Sondra Locke al ser más apropiada por su juventud al papel de Breezy.
Primavera en otoño puso a Sondra en el camino de Eastwood con quien se reencontraría en el rodaje de El fuera de la ley, un grandísimo western que fue considerado por la crítica como la mejor película de Eastwood como director hasta la fecha. No dejaba de resultar curioso el cambio de opinión de cierta critica que poco más o menos habían despreciado la anterior obra de Eastwood como director (The eiger sanction o Licencia para matar) achacándole a Eastwood una incapacidad absoluta como cineasta. Pero incluso en sus obras más endebles había destellos de gran director, pero los miopes no supieron verlo.
El matrimonio de Eastwood con Maggie Johnson ya iba a la deriva antes de aparecer en la vida del cineasta Sondra Locke pero esta precipita la ruptura definitiva de la pareja. A partir de ahí comienza una historia de amor que acabaría mal. Sondra contó todas esas turbulencias en un libro autobiográfico demoledor contra Eastwood y de título más que elocuente: The good, the bad and the very ugly. De esa fuente hace acopio Patrick Mc Gilligan en su revisionista y tendencioso acercamiento biográfico a Clint Eastwood, muy bien documentado y escrito pero muy parcial en sus apreciaciones sobre el cineasta.
Curiosamente Sondra Locke estaba casada con otro hombre como su personaje en Bronco Billy. El giro que Eastwood emprende a su carrera a finales de los años setenta debe alguna cosa a Sondra Locke, a sus consejos y a su ascendencia sobre el actor californiano. El duro actor incursiona en la comedia con películas tan profundamente americanas como Duro de pelar o Bronco Billy donde el country otorga una sonoridad y una atmosfera inequívocas. La violencia desaparece y se acrecientan los elementos paródicos e incluso un cuestionamiento de su personalidad fílmica. Este tipo de revisionismos suelen ser enriquecedores y desde un punto de vista comercial el publico recibió el cambio con bastante agrado. De hecho Duro de pelar –con Clint, Sondra y el orangután Clyde, sin olvidar a la octogenaria Ruth Gordon- constituyó todo un éxito pese a sus debilidades como película en la que abundaba el trazo grueso y la parodia algo tosca. La cinta generaría una segunda parte. Y al igual que sucedía en la mucho más interesante Bronco Billy se trataba de construir en torno a Sondra y a Clint una historia de amor con sus idas y venidas. Bronco Billy es tan hermosamente crepuscular e ingenua que permite una dulcificación del cine de Eastwood pero a través de una pintura social marginal y algo doliente que se fija en los rostros de esos artistas itinerantes que encabeza Bronco Billy. La secuencia inicial, bajo una torrencial lluvia, es ya indicativo de ello.
En esas obras que preludian la madurez de un cineasta estaba Sondra Locke que también participaría en el penúltimo Harry el sucio, Impacto súbito, otro western encubierto tal como reflejaba el duelo final en un parque de atracciones. El componente dramático asomaba en el traumatizado personaje que Sondra encarnaba en Impacto súbito. Un ángel vengador que atraerá al siempre esquivo sentimentalmente inspector Callahan.
Pero no cabe mayor romanticismo –dentro de esos lacónicos códigos eastwoodianos- que el de Ruta suicida. Una historia trepidante con magnifica música de Jerry Fielding en la que Eastwood retrata líricamente a dos seres caídos en desgracia que se aman desesperadamente. De un lado un policía a la deriva cuyo destino nadie le importa y del otro una prostituta. En la muerte de Sondra Locke me acordé sobre todo de esa película, incluso de sus inquietudes como cineasta. De manera inevitable la recordé rodando con Clint Eastwood, parte de ese cine que compartió durante una década con el actor y director, incluido el episodio fantástico de Vanessa en el jardín rodado para la serie de televisión Cuentos asombrosos producida por Steven Spielberg.
Con Sondra Locke se marcha una parte del cine de Eastwood y no menor precisamente porque fueron películas que reforzaron la dimensión autoral de su cine –Bronco Billy- su dimensión taquillera e icónica- Duro de pelar- su capacidad para rodar policiacos nada convencionales –Ruta suicida- o de entregarse a la exploración del western con mayúsculas en el ocaso del género –El fuera de la ley- . Trabajaron juntos las suficientes películas como para no menospreciar aquellos años compartidos. Antes de declararse la guerra y de olvidar que hubo un tiempo de amor correspondido que habitaron juntos. En algunas películas la huella de ese amor no se ha borrado.