NESTOR ALMENDROS Y EL CASTRISMO

imagesEn la muerte de Fidel Castro me acordé del  cineasta y enorme director de fotografía Nestor Almendros. Casi nadie le ha recordado en estos días de pompas fúnebres pero yo pensé en un libro iluminador de Almendros titulado Días de una cámara prologado por François Truffaut con quien tanto quiso. Cuando escribí mi libro dedicado a Truffaut me sumergí en las memorias de Almendros que editara Seix Barral en el mes de septiembre de 1982. Como dijo José Luis Guarner en su necrológica de Almendros (La Vanguardia, 5 de marzo de 1992) al eminente director de fotografía que naciera en 1930 y llegara a Cuba en 1948 le importó la estética pero también la ética, el sentido de la responsabilidad cívica, las personas antes que las ideas o que el ciego partidismo. Por eso mismo fue antifranquista, antibatistano y anticastrista porque en los tres regímenes encontró un desprecio a la libertad del individuo, al ejercicio del pensamiento libre. Y en esto no debieran existir matices.

La estética de Almendros está en obras maestras como Las dos inglesas y el amor de Truffaut en las que utiliza lámparas de petróleo en la iluminación de época. La ética en su rechazo visceral a cualquier clase de opresión. Almendros llega a Cuba  con sus padres que huían del infame régimen de Franco. Cuba se erige en su tierra adoptiva. Con Castro en el poder  realiza sus primeras tentativas audiovisuales al amparo del recién creado ICAIC, departamento de producción cinematográfica. Almendros es contratado como operador y director. En esa contratación cree que influye positivamente su amistad con Tomás Gutiérrez Alea. Su corto Nueva York 58-59 despierta interés y también su cámara Bolex. Almendros creía en aquella revolución que nació hermosa pero pronto se daría cuenta de las contradicciones, sumisiones y exigencias del régimen recién creado. Entonces entra en escena Alfredo Gómez Valdés que hace suya la industria cinematográfica cubana y la somete a un control absoluto. Escribe Almendros en Días de una cámara:

«Terminé por darme cuenta de que estaba trabajando no para el pueblo, como se pretendía, sino para un monopolio estatal y que la autoridad de turno actúa como cualquier productor capitalista e impone sus caprichos de la misma manera, y aún peor, sólo que recurriendo a pretextos falsamente sociales. En otras palabras estábamos obligados a hacer películas de propaganda permanentemente.

En esas estaba Almendros cuando rueda Gente en la playa, al margen del sistema. Almendros empieza a ser un cineasta incómodo por no someterse al oficialismo dominante. Gente en la playa termina titulándose Playa del pueblo pero sufre el ostracismo de quienes la miraban como una obra nacida al margen de la producción oficial. Almendros padece el sectarismo y no se calla y se pregunta:

¿Qué porvenir me esperaba en Cuba con un sectarismo político creciente? ¿No era yo también culpable al haber apoyado tan incondicionalmente en un principio un régimen que tan mal toleraba el espíritu independiente?

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Ese espíritu independiente le haría a Almendros salir en defensa del corto P.M de Orlando Jiménez Leal y Sabá Carrera que también se hizo al margen del control del ICAIC. P.M sería prohibido pese a ser un documental inofensivo. Almendros se convierte en una especie de outsider cinematográfico que prefería Los 400 golpes de Truffaut antes que Ballade o soldate de Chujrai. No gusta del estalinismo de las producciones soviéticas y defiende el cine checo o polaco que plantea otro tipo de compromiso ético con la realidad circundante. Todas esas ideas las exponía Almendros en el semanario Bohemia del que será despedido. Ante tal coyuntura el cineasta suelta amarras y se larga. El destino le llevará a encontrarse con aquel cineasta de Los 400 golpes al que tanto había defendido y con el que inicia una fructífera colaboración.  En 1978 Nestor Almendros ganaría un Oscar por su trabajo en Días del cielo de Terrence Malick donde hace poesía del paisaje americano, del trigo ondulante, de la tarde caediza.

En la muerte de Fidel me acordé de Nestor, de Mala conducta, su primera película como director, de autoría compartida con Orlando Jiménez Leal. En ese documental toman la palabra los disidentes del régimen y se expone la cara menos amable de la revolución castrista, la persecución a la que fueron sometidos los homosexuales, las consecuencias de un régimen personalista cuyo inmovilismo ya denunciaba Guillermo Cabrera Infante a finales de los años sesenta del siglo pasado.

Prod DB © Films du Carrosse / DR L'ENFANT SAUVAGE de Franois Truffaut 1969 FRA tournage avec Nestor Almendros (directeur photo) et Franois Truffaut d'apres le roman de Jean Itar camera ARRI

Almendros encontró fuera de Cuba la libertad creativa que se le negaba. Me sorprende que gente tan  aparentemente lúcida y resistente como Jordi Évole nos dibuje una visión del castrismo tan sumamente complaciente.  Léase su artículo Pinceladas cubanas en El Periódico. A estas alturas de la película estas visiones hacen aguas, se miren por donde se miren. Experiencias como las de Nestor Almendros deben importarle muy poco. No cuentan. Tampoco Cabrera Infante o aquel tengo miedo de Virgilio Piñera o el caso de Heberto Padilla o el ejemplo de Reinaldo Arenas. Si nada de lo humano, de lo ético y moral parece serle ajeno a Évole aquí parece que hace una excepción y en ciertas excepciones uno queda retratado.

Pero yo no quería hablar del mediático Évole que todos conocen. Yo quería recordar a Nestor Almendros, desconocido por muchos, de familia republicana, antifranquista y anticastrista que animó a Manuel Puig a dedicarse a la literatura, que sublimó el blanco y negro en Mi noche con Maud de Rohmer y en El niño salvaje de Truffaut, que influyó a Gordon Willis en El padrino, que hizo arte de su modo de fijar la luz, que se fue de Cuba para encontrarse a sí mismo, para no someterse ni entregarse ciegamente a una idea, a un concepto de patria, a un cine oficial, propagandístico. En su integridad como hombre y como creador pensé al enterarme de la muerte de Fidel Castro. Y volví a Días de una cámara que dedicó a su padre Herminio y quise comprender muchas cosas que otros no parecen comprender.

1 Comment

  1. Ana el 8 diciembre, 2016 a las 23:04

    Gracias Luis por este hermoso artículo que continúa enriqueciendo y ampliándonos , al menos a mí, mis conocimientos sobre tantas cosas desconocidas e interesantes .
    Hace poco colgué unas fotos de hace 14 años visitando La Habana para conocer aquella supuesta hermosa revolución como también creía Almendros .
    Volvimos con grandísimos sentimientos de contradicción.