Mediterráneo, génesis de un álbum mítico

Unknown-1En la Costa Brava, frente al mar sonoro de Calella de Palafrugell y las islas Formigues, en un cuarto del Hotel Batlle, Joan Manuel Serrat tomó la guitarra inspiradora, alumbró pacientemente, artesanalmente, versos y acordes y fue dando forma a un elepé mítico que tituló Mediterráneo. Hubo otros lugares en los que fueron perfilándose las canciones, el work in progress, pero Calella fue el paisaje inspirador más definitorio de todos.

Bob Dylan tuvo su Blonde on blonde y Serrat su Mediterráneo. En él condensó su universo poético y emocional en una etapa creativa deslumbrante y febril. América Latina formaba ya parte de su experiencia vital y musical. Por eso Mediterráneo supondrá una evolución en su forma de hacer canciones, como si explosionara un nuevo Serrat, más enérgico y vibrante si cabe. De Argentina, de México, de Chile, se trajo músicas, sonidos, noches en vela con tangos y boleros conversados, en los que alguien tomaba una guitarra y cantaba y se ahuyentaban las penas y las amarguras.

Mediterráneo es consecuencia de muchas cosas, es ese joven de pelo largo que parece viejo en la manera de pintar la vida, de retratarla, de agolpar en los tres minutos de una canción un cúmulo de sensaciones. Del capítulo dedicado a la canción en la excelente serie La mitad invisible (TVE, 2009) nace el equívoco de que Mediterráneo se gestó en el verano de 1970. Así lo dice el propio Juan Carlos Ortega, narrador del documental. Y algunos van repitiéndolo erráticamente e incluso celebraron el 40 aniversario del disco en 2010, como si tal cosa. Curiosamente el propio Serrat ha confundido alguna vez las fechas de gestación del álbum porque la memoria es así de engañosa. Pero Mediterráneo no pudo concebirse en el verano de 1970 y publicarse a finales de 1971. Para saberlo basta acudir a las fuentes, jugosas y rotundas.

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Primera fuente: Revista Lecturas, 12 de noviembre de 1971.

La portada reza: Serrat vuelve al trabajo y explica toda la verdad de su sorprendente retirada. Y es que Mediterráneo fue un álbum intimista, de introspección, de meditación, de emoción cantada que nació de un necesario retiro del cantante, de una huida tras años de recitales, de éxitos, de tensiones, de viajes con Lasso de la Vega como manager de hierro. El primer Palau, el affaire de Eurovision, la polémica del bilingüismo, Antonio Machado como segunda piel, discos y canciones que fueron sucediéndose, armándose como una catedral lírica y resonante. Que si la tieta, que si la desamparada Penélope, que si el titiritero, que si Conillet de vellut, que si Fiesta, que si Señora. Todo un mundo desplegándose con la fuerza de un ciclón.

La historia de Serrat se detuvo temporalmente para regresar con renovadas fuerzas. La exclusiva de Lecturas la firmaba Lluis Bonet Mojica que anunciaba la vuelta al trabajo de Serrat tras meses de absoluto retiro, dedicados a descansar, a pensar y a componer nuevas canciones.

Cuando decidí retirarme por algún tiempo no sabía lo que iba a ocurrir, ni cual sería la reacción de la gente. Bueno, la verdad es que eso me preocupaba poco. Y esto no significa que sea egoísta. Debía tomar una decisión o largarme. Nada más. Deseaba estar tranquilo, y sobre todo, trabajar en serio, sin preocupaciones. También quería estar al lado de la gente que me quiere y a la que yo quiero. El mundo del espectáculo me había ido distanciando de ella. Y esto no podía permitírmelo.

La retirada de Serrat disparó las especulaciones aunque los motivos parecían evidentes. En ABC se publicaba el 5 de agosto de 1971: Retirada provisional de Serrat. Ha despedido a sus músicos, rescindido contratos y abandonado los negocios para poder componer nuevas canciones. Pero había un cúmulo de circunstancias en esa retirada y en ese cúmulo también estaba su relación con su representante Lasso de la Vega.  En Mediterráneo habrá una canción titulada «Vagabundear» (soy palomo torcaz dejadme en paz…») que refleja ejemplarmente ese deseo del cantautor de libertad personal al margen de imposiciones externas. Desde un punto de vista creativo el cantautor necesitaba replegar sus alas y mirarse dentro de sí mismo superando la que quizá fuera la encrucijada creativa más importante de toda su intensa carrera.

Mediterráneo vino a ser la respuesta a esa encrucijada vital y artística, una sucesión lírica de estampas, de sensaciones, de motivos y sentimientos, de «La mujer que yo quiero» a «Pueblo blanco», de «Barquito de papel» a «Aquellas pequeñas cosas», de «Lucía» al quijotesco «Vencidos» de León Felipe. Y por supuesto el gran himno, la grandiosa «Mediterráneo» con el imponente arreglo de Juan Carlos Calderón.

La vuelta de Serrat concitaba a finales de 1971 la atención de todos los medios. Serrat anunciaba también la publicación de un doble elepé de canciones sudamericanas del que nunca más se supo, un trabajo ligado emocionalmente a Mediterráneo. La revista Mundo Joven dedicaba también una portada a Serrat anunciando su vuelta. Es nuestra segunda fuente.

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Segunda fuente: Revista Mundo Joven nº 158, 9 de octubre de 1971.

En esta ocasión la entrevista la firma Lluis Crous. Antoni Catany  fotografía a Serrat en Calella. Serrat se pronuncia sobre el inminente Mediterráneo: «Creo que está muy bien hecho y que tiene la virtud, para mí, de ser extraordinario y simple en todo lo que puede ser la sencillez».  Las barcas sobre la arena, los lugareños jugando a la petanca, el mar azul, todo sabía a calma, a sosiego en aquel pueblo marinero donde Serrat terminó concretando su disco más legendario. Serrat dice buscar la sencillez, soñar con una canción que dure apenas treinta segundos y lo abarque todo. Quizá «Aquellas pequeñas cosas» sea la que mejor refleje esa intención, esa guitarra desnuda, ese poema evocativo de apenas dos minutos que logra desmenuzar la nostalgia de las cosas idas que nos hacen llorar cuando nadie nos ve.

Tercera fuente: El Musical, 31 de octubre de 1971.

De todas las entrevistas anunciadoras del disco es esta la mejor, firmada por Joaquín Luqui que entrevista a Serrat en su ciudad en el entorno de la Barceloneta. «Así es mi nuevo LP Mediterráneo». Serrat desmenuza todas sus canciones.

De Mediterráneo dice «Todos nosotros, desde España a Rusia, estamos unidos por el mar. Es algo más que un elemento geográfico. Es parte de nuestra cultura y nuestra educación. Es parte importante de nuestra vida. Y nunca que yo sepa se había hecho una canción sobre este mar.  A propósito de «Aquellas pequeñas cosas» la define como de un esbozo, como de una pincelada repleta de sinceridad. Sobre Lucía afirma «Recuerdo de un amor perdido, totalmente perdido. Mi vida está muy llena de amores perdidos. Y yo lo acepto». «Barquito de papel» la define como una canción infantil y se explaya al desentrañar la hipnótica y épica «Pueblo blanco» con superlativo arreglo de Antoni Ros Marbá: «La canción narra los pensamientos de un viejo que ha vivido siempre en un pueblo, que se siente derrotado ante las circunstancias. Y que, entonces, como las cosas no se pueden arreglar lo mejor es irse. No él, sino los que viene detrás. Quizá la culpa sea del sistema. Mejor dicho, no creo que haya que combatir el sistema, sino algunas formas de ese sistema. El sistema es impersonal. Lo malo es que a la hora de actuar es personal. Y entonces, por ese contraste, destroza a muchos individuos (…)». 

Sobre la veracidad de su retrato en «Tío Alberto», su entrañable homenaje a Alberto Puig Palau, le comenta a Joaquín Luqui: «El personaje de la canción es un auténtico aristócrata del espíritu. Le han arruinado los demás. Pero él sigue y sigue con una dignidad, un empuje y un señorío fabuloso. Sus fiestas son únicas. Él es único. Por eso, quise hacerle esta canción. Más que un homenaje, es una muestra de mi reconocimiento, de mi agradecimiento a todo lo que ha hecho, directa o indirectamente, por mí. Porque he sido muy feliz con él, con su «media naranja», con su gente».  La relación de Alberto Puig Palau con Serrat era muy estrecha e incluso el mecenas bon vivant le había prologado algún que otro programa de mano como el que anunciaba su recital machadiano del 3 de junio de 1969 en el Teatro Rambla de Tarrasa.

Serrat prosigue su repaso a las canciones del disco con «La mujer que yo quiero» y con la que Luqui califica de canción-polémica, la titulada «Qué va a ser de ti» que se publicará como single comercial: «Yo me limito a exponer un hecho. Porque estoy seguro que el noventa por ciento de las chicas que se casan en España, lo hacen, entre otros motivos, por vivir fuera de su casa paterna. Es un problema de muy difícil solución. Creo que lo mejor es plantearlo. La decisión final depende de cada uno. O de cada una…».  Al hilo de «Vencidos» el cantor que difundió por tierra, mar y aire la poesía de Antonio Machado afirmaba su total identificación con el poema de León Felipe y también la necesidad de que la poesía sea difundida por las escuelas estatales y para-estatales. Mediterráneo culminaba con la rebeldía de «Vagabundear». Serrat afirmaba: «Soy un vagabundo dentro y fuera de sí mismo». 

UnknownEl álbum se había grabado en Milán en el otoño de  1971 en apenas una semana. No le cuenta Serrat a Luqui los intereses espurios de la discográfica Zafiro y recalca lo positivo de grabar en los estudios de la ciudad italiana, de contar con un ingeniero de sonido tan excelso como Plinio Chiesa cuya huella imprimió carácter al sonido de Mediterráneo. Chiesa realizó en Mediterráneo un trabajo casi testamentario ya que fallecería un año después de aquella grabación. También andaba por el estudio milanés de Fonit-Cetra el genovés Gian Piero Reverberi como otro de los responsables de los arreglos del disco. Y es que Mediterráneo marca el primer distanciamiento de Serrat con Ricardo Miralles, su director musical de confianza. Reverberi, Calderón y Ros Marbá forman el terceto de arreglistas de Mediterráneo, cayéndose a última hora Francesc Burrull que empezó a trabajar en el disco. En los créditos no se indicaba el cometido concreto de cada uno de ellos.

Con el tiempo supimos que el peso recayó en Gian Piero Reverberi, salvo en «Pueblo blanco» -orquestada por Ros Marbá- y «Mediterráneo» en cuyo arreglo participan Burrull y Calderón, al menos así lo indica Serrat en su texto autobiográfico que acompaña a su Antología desordenada (Sony Music, 2014). Cabe añadir -más allá del aporte inicial de Burrull- que la labor de Juan Carlos Calderón en el arreglo de «Mediterráneo» fue fundamental desde un punto de vista creativo. La canción -él mismo lo afirmó- le llegó muy desnuda. Toda la atmósfera que la recorre -incluido su espectacular arranque jazzistico- debió mucho al trabajo de Calderón, a la importancia que un buen arreglista puede otorgar a una canción. En la presentación del disco en el Teatro Victoria de Barcelona sí estaría al frente Burrull con un magnífico grupo de músicos: Oliva, Roda, Moraleda, Rosales a los que sumar un cuarteto de cuerda con Josep M. Alpiste, Joan Olivé, Joan Oliveras y Pere Busquets.

Otra fuente de valor para enmarcar el lanzamiento de Mediterráneo nos la trae el diario ABC.

Cuarta fuente: ABC, 28 de noviembre de 1971, Dedicado a Joan Manuel Serrat, poeta.

El reportaje lo firmaba Joaquín Merino que entrevista a Serrat en un típico mesón del centro de Madrid. Cita sus lecturas donde se mezclan autores y temas muy diferentes: Pedro Salinas con Arniches, José María de Pereda con Beckett y Mortadelo y Filemón con Nietzsche. Merino le pregunta a Serrat por los motivos de su retirada. Le responde que fue una mezcla de hipotensión y anemía. En un ambiente de complicidad el cantor toma su guitarra y canta cosas que nunca antes se le habían escuchado. Se acerca con rigor, respeto, veneración al folclore latinoamericano. Y de pronto saca de su chistera una flamante «Mediterráneo» que revela su fuerza descriptiva, emocional, la vivencia que fulge en sus estrofas y en su inspirada partitura.

Mediterráneo será el disco de la consagración definitiva, el antes y el después, el punto de inflexión tras una crisis existencial importante. De esa oscuridad e incertidumbre nace un disco tan luminoso como melancólico, a la manera de las fotografías de Colita   en las que Serrat asoma como lo que era en aquel instante, un ídolo pop que además trascendía con sus textos. Hoy aquellas canciones nos siguen pareciendo tan vivas como cuando se compusieron. Por eso algunas de ellas conforman la Antología desordenada del cantante en la que además aparece una voz nacida de la entraña de Calella, la de Silvia Pérez Cruz.

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Con la prodigiosa Silvia canta hoy «Plany al mar» que venía a ser una respuesta a «Mediterráneo», un lamento a ese mar asediado por la contaminación, por la mano insidiosa del hombre y de los gobiernos. Canta Silvia con Serrat y me acuerdo del primer encuentro de ambos en la presentación barcelonesa de Serrat, cantares y huellas en la que Silvia recreó emocionada «Pare».  Y escuchando a Silvia pensamos en Calella de Palafrugell y en Serrat tomando su guitarra y dando sentido y forma a unas canciones eternas. Volver sobre el paisaje sonoro de aquel disco supone una maravillosa revelación e indudablemente un regreso a uno de los hitos que marcan la historia de nuestra más alta canción popular.