Los pemanes de Pemán

Corrían los últimos días de abril. Me cité con el periodista Pedro Ingelmo para grabar mi participación en un documental que estaba rodando la Diputación de Cádiz sobre el escritor gaditano José María Pemán. La mañana era primaveral. La grabación iba a tener lugar en la casa de la Plaza de San Antonio en la que vivió el poeta y a la que tantas veces acudió mi padre, el poeta José Manuel García Gómez, que siempre me habló bien de Pemán, al que despidió en sentida necrológica en las páginas de Diario de Cádiz, otro día de primavera, en este caso de 1981.

El Pemán que trató mi padre, motivo principal de mi presencia en este documental, no era el Pemán belicista del Poema de la Bestia y el Ángel, de las arengas fascistas, ideólogo de la España franquista. No era el Pemán radicalizado por una España de extremos ideológicos y pensamiento totalitario. Era un Pemán que en los años cincuenta y hasta su muerte se convierte en una figura afable y cercana, de la que hablaron bien hasta los nada sospechosos José Manuel Caballero Bonald o Fernando Quiñones, que lo trataron en la cercanía.

Conviene aclarar todo esto para comprender mi presencia en este documental que tiene la virtud de no contentar -o eso intuyo- ni a los ensalzadores de Pemán ni a sus detractores que más allá del Pemán fascista no admiten otro tipo de reflexiones.

En la parte emotiva fue un placer grabar mi parte en la que fuera biblioteca y despacho del escritor gaditano. Ese lugar al que mi padre acudió tantas veces para despachar asuntos librescos con Pemán o para entregarle aquella guía de Cádiz, editada a todo color por Everest,  que escribiera a finales de los años sesenta del pasado siglo.

Pemán en la Caleta, principios de los años cincuenta, escuchando a un animoso grupo de poetas, entre los que se encontraba mi padre. Pemán, año 1960, trayendo a Jean Cocteau a los Cursos de Verano que la Universidad de Sevilla organizaba en Cádiz, y haciendo posible aquella foto en la que mi padre posa con el escritor y cineasta francés, junto al poeta argentino Mario Norberto Silva. Mi padre con Pemán, Dámaso Alonso y un tal Antonio González en otra de las fotografías en las que se cruzó una memoria con otra. Volvemos a los cincuenta. Mi padre con Pemán en una representación en el Colegio Argantonio de El labrador de más aire de Miguel Hernández, tal como ha recordado en más de una ocasión un testigo de aquello, el escritor y periodista Juan José Téllez. Eran los años setenta de la llegada de la democracia.

Los pemanes de mi padre y los pemanes de este documental que creo necesario para entender mejor a una figura que hoy sufre la desconsideración de la ciudad que lo vio nacer en cumplimiento de una memoria histórica cuya aplicación en el caso del poeta gaditano se me antoja más que dudosa.

Recuerdo aquello que escribí en 2015. Sigo pensando lo mismo que entonces y con más razones ahora:

http://caocultura.com/peman-bestia-o-angel/