Retorno al pasado
El cine es Retorno al pasado (Out of the past, 1947). Vuelvo a ella por enésima vez. ¿Quién no se acuerda de la primera aparición de Jane Greer y del rostro hipnotizado de Robert Mitchum aguardándola como se aguarda a un ángel? Más de uno y más de dos deberían volver los ojos a Retorno al pasado, luminoso filme noir si se me permite la paradoja, luminoso por esclarecedor, por intenso, por apasionado, por lírico. Todo parte de una novela extraordinaria de Daniel Mainwaring que la firmó con pseudónimo y que luego la dialogó para el cine. La novela apareció en la mítica Serie Noire de Gallimard y me imagino a Truffaut leyéndola al tiempo que leía La piel de zapa de Balzac.
La novela era muy buena pero encontró en Jacques Tourneur el cineasta perfecto para convertirla en imágenes. Mitchum sigue viviendo en esta obra maestra. También la femme fatal Jane Greer (la letal y fascinante Kathie Moffett) nos mira eternamente. El pasado vuelve en forma de película admirable, ejemplar, que habría que poner en los colegios a esos alumnos de Secundaria o de Bachillerato que desprecian el cine en blanco y negro porque tampoco se les ha enseñado a apreciarlo.
Retorno al pasado es la fatalidad misma que se filma, que se derrama plano a plano en el imperturbable rostro de Robert Mitchum o en el excelente Kirk Douglas. Tourneur había nacido en París a principios del siglo pasado. Cineasta del vértigo y de la duda lo llamaron Tavernier y Coursodon en su ejemplar Biblia cinéfila 50 años de cine Norteamericano que no me canso de citar. Su cine nunca llegó tan lejos en intensidad como con esta película admirable que tiene en su puesta en escena la clave de su grandeza.
Es preciso volver a este cine, inundarse de él, constatar que aquellas películas siguen siendo míticas, grandiosas, infinitas en todo lo que sugieren. Retorno al pasado parece un sueño filmado o una pesadilla. La turbia atmósfera tiene más bien pinta de pesadilla o de flor maléfica y malsana a la manera que escribiera el inolvidable critico de cine José Luis Guarner sobre otra gran película: El beso mortal de Robert Aldrich.
Obra maestra obsesiva la llamó Noël Simsolo. Obsesiva, perversa, romántica y desesperada -añado-. Out of the past nos persigue como un gran poema metafísico, como una gran canción poblada de fantasmas. Con ese blanco y negro de los grandes momentos del cine, de un cine que sigue absolutamente vivo, más vivo que muchas películas que hoy se asoman a las pantallas con toda su carga de modernidad y efectos especiales. Cuando mucho de lo que el cine significa como arte, como expresión está en obras tan absorbentes como Retorno al pasado.