2021 · Dalya

"El pájaro de la soledad"

Corría 2013 cuando publiqué mi anterior poemario Las gafas de Allen cuyo prólogo firmara mi añorado Patxi Andión con quien tanto quisimos. De entonces a hoy no han dejado de visitarme las musas, a veces hospitalarias y otras veces esquivas.

La poesía se escribe incluso cuando no se escribe. Era hora de regresar a ella con dos poemarios en uno, seguramente complementarios con un trazo de melancolía asumido.

De la mano de mi querido amigo y editor Paco Mesa uno vuelve al verso que brota de manantial sereno. He aquí esparcida la cuarentena habitada. Si Al cerrar los ojos o Las gafas de Allen retrataban mi treintena o La pared íntima mis desvelos e incertidumbres juveniles, Versos en el alambre y Libro de la melancolía son libros de esta mediana edad en la que uno empieza a sentir que los plazos de la vida se acortan entre renuncias, pérdidas y ansiedades multiplicadas.

La poesía no debe ser el comercio de un premio, el cenáculo, la ambición o esa cosa de ahora de slogan y tweet que hace de ella una cosa híbrida y deshonesta. Como hijo y hermano de poeta e hijo de una tradición la poesía se afirma en otras verdades que deben sustentarla. En estos dos poemarios está mi verdad para una minoría que está lejos de ser inmensa. Como decía Vicente Aleixandre se escribe para quien no nos lee. Pero es preciso dejar esa palabra en el tiempo, aunque el oleaje la arrastre sin piedad alguna y la lleve hacia el olvido feroz.

El poeta no cesa de cantar su canción a solas. Sirvan estos versos para autorretratarme. Mi agradecimiento a mi editor Paco Mesa y a su editorial Dalya y a mis excepcionales prologuistas, Antonio Marín Albalate y Pedro Sevilla. Ellos han puestos las palabras justas y amistosas a lo que uno ha tratado de contar en esos poemas que ya han dejado de ser míos y que siempre son los mismos poemas repetidos con distintas variantes. Cantar la misma canción. De eso se trata.

Feliz vuelo a los versos de El pájaro de la soledad.